A puertas de un proceso electoral en el país se refleja la precariedad de un sistema de partidos políticos cuya credibilidad se hace cada vez más frágil, y el sentido o razón de ser de su existencia casi invisible.

Es entonces cuando nos detenemos a pensar en el deterioro por el que atraviesan las organizaciones políticas, sus posibles soluciones y el problema en el que se han convertido para el funcionamiento de la representación política en un sistema democrático.

Las causas que rodean la crisis de los sistemas de partidos políticos son muchas. Sin tener que nombrar a todas, podemos mencionar algunas de ellas: su ineficiente institucionalización, la débil democracia en su funcionamiento interno, la minimización del valor de la representación en sí, pero, sobre todo, la pérdida del sentido y razón de ser de la creación de un partido político, es decir, la carencia de su espíritu de servicio a la comunidad y al ciudadano.

Entre las opiniones de algunos investigadores sobre el tema se señala como una de las razones del problema a la conversión de la representación en una “democracia parlamentarista” para pasar a una “democracia de partidos” y finalmente a una “democracia de audiencia” o mejor llamado “un gobierno de los expertos en los medios”, creando con ello la gran inestabilidad e ineficiencia que existe actualmente en la representación política.

Si bien existe una regulación para la creación e inscripción de organizaciones políticas, es necesario hacer énfasis en la finalidad de su presencia en el ámbito político con el objetivo de eliminar la idea de competitividad y reemplazarla por el servicio a la comunidad y al bien social, pasando por la humanización de los intereses partidarios y personales, y pensando en el bien de todos los ciudadanos, así como el respeto, protección y trabajo por sus derechos fundamentales.

La comunidad y ciudadanía deben ser dos de los principios existenciales de los partidos políticos, los cuales tienen la responsabilidad de generar o recuperar el vínculo perdido con el ciudadano, identificando y haciendo suyas las necesidades de este.

Para iniciar este camino de mejora se podrían considerar tres propuestas básicas, sin dejar de lado otras que contribuyan también a la búsqueda de soluciones:

1. Crear y dar sostenibilidad a una escuela de iniciación política y parlamentaria en el interior de los partidos políticos, promoviendo la revaloración del servicio a la comunidad, a lo social, lo humano en política y el bien común.

2. Dar continuidad a las propuestas de reformas políticas y normativas, necesarias para continuar la mejora de la regulación del sistema de partidos, considerando y concibiendo principios legales de obligatorio cumplimiento. Es importante que los partidos promuevan su constante retroalimentación, con la finalidad de garantizar un ejercicio eficiente en sus funciones y sobre todo en el ejercicio de la democracia.

3. Crear y establecer una dinámica de fiscalización y rendición de cuentas sostenible en el tiempo e incluyendo la participación del ciudadano, considerando la publicación de informes periódicos de rendición de cuentas del representante político.

Los partidos políticos no pueden seguir centrando su actividad en el acceso al poder, deben volver a involucrarse en los problemas de la ciudadanía, atendiendo a sus preocupaciones y necesidades.

Siendo su gran reto saber formar parte de los movimientos y espacios de actividad social y de renovación de la política, sin pretender representar de una manera sistemática, si no estando presente en esos espacios, aprendiendo a ser «retaguardia» y no solo vanguardia. Desde la cercanía y la horizontalidad, no desde el privilegio y la jerarquía. Desde el intento de compartir dudas y experiencias, no de representar en exclusiva.

Dicho esto, la duda es si este deterioro tan grande del sistema de partidos políticos tiene solución en nuestro país. Considero que sí, siendo conscientes de que se requiere mucho trabajo. No es fácil asumir el compromiso de la retroalimentación y reforma de un sistema de partidos enquistado en una maraña de diversos intereses personales y organizacionales, en vez del interés común de un pueblo.

Para lograr un cambio en estas circunstancias se necesita el compromiso político de todos: del gobierno, para conseguir una mejor regulación en la creación e institucionalización de los partidos y sus democracias internas; de los líderes políticos, para cambiar sus estrategias, desde los intereses personales hacia los intereses del ciudadano y la comunidad, trabajando y cumpliendo eficientemente con sus planes de gobierno propuestos; y por último de la ciudadanía, pues este actor será de vital importancia para ejercer la presión y fiscalización que se necesita en una reforma y transformación de tal magnitud.

El Perú requiere de partidos políticos que retomen sus buenas relaciones y vínculos con la ciudadanía y la política, con un verdadero espíritu de representatividad y una mirada de libertad colectiva, defensora de los derechos fundamentales, y de creación de una cultura política inclusiva y democrática, a través de la participación y deliberación ciudadana.

Los partidos políticos están llamados a ejercitar una política transparente, activa y en beneficio de una convivencia de desarrollo y armonía para todos los peruanos y peruanas.